La Cuesta del viento es una historia que empezó a nacer en mí hace seis años atrás una noche en que fumando en una escalera con una fuerte luz en mi espalda observaba las sombras que se dibujaban en la pared por el humo. Había sombras definidas, había luz definida y también estaba el humo que osaba mezclar a ambas. En ese estado de conciencia empezaron a nacer los personajes de esta historia. Joaquín apareció por las sombras con su profundo deseo de morir, Mabiel vino de la luz queriendo vivir con toda la fuerza de su corazón.
Pero había alguien más que quería ser parte. Y fui yo quien le dio lugar lenta y tímidamente. Es la primera vez que confieso en un escrito “publico” que de niña yo jugaba con el viento. Mis hermanas pueden dar fe de esto o quizás mis hermanas estén tan locas como yo. Quien lo sabe? Acaso importa?
El viento es mi amigo. Siempre lo fue y siempre lo será. El viento es para mí corriente de vida. Es puro regocijo en Movimiento.
Y el viento fue escribiendo a mi lado esta historia.
A mis diecisiete años, viaje de vacaciones a San Juan mi provincia natal, yo iba con mi primer camarita de mano a filmar aun primo que corría en bicicleta en Jachal. Mi tío que vive allí me dijo, sobrina voy a llevarla a un lugar que le va a gustar mucho. Y subimos a su colectivo y viajamos hasta el último pueblo que los hombres pudieron edificar allá arriba en las montañas.
Mi tío sin saberlo acababa de hacerme conocer lo que para mí es el cielo en la tierra. La Cuesta del Viento. El lugar donde el viento nace decían los aborígenes del lugar.
Le prometí a mi tío que iba a estudiar cine y que mi primera película la iba a rodar allí.
Entonces cuando Mabiel nació sola quiso irse para aquel pueblo, ayudándome a cumplir una promesa. Que para mí tiene que ver con poder mostrar la belleza de mi tierra. Esos lugares escondidos que tiene mi tierra y que pocos conocen porque los discursos predominantes son los del capital. O sea la capital Federal.
Tierra adentro mi tierra tiene mucho más por decir que las historias de la post modernidad y de la ciudad tercermundista y del híper realismo.
Tierra adentro mi tierra tiene leyendas y la magia coexiste con la supuesta “realidad”
Tierra adentro la gente habla, se mueve, siente, crea, vive y muere diferente.
Mi hermana me dijo ayer que estuve preparándome para este momento toda mi vida.
Yo necesito decir mi palabra. Es una verdadera necesidad la de poder cantar el canto del viento. Porque yo he sido Joaquín y he deseado irme de un mundo que no se parece en nada a lo que yo deseo que el mundo sea. Yo he sido Mabiel peleando con todas las fibras de mí ser por ir más allá de mis propios límites, por crear los milagros donde la magia y la realidad se hacen una. Yo he sido Pilar, madre de tres hijos, madre de todos, pilar y sostén de los que amo, luchando cada día por alimentarlos, luchando cada día en un mundo que por demasiado tiempo le ha pertenecido al genero masculino. Yo he sido Rosales que canta y honra el folclore de mi tierra, la tonada, por que comprendo que sólo los cantos populares y paridos por la madre tierra pueden liberar la tristeza de los pueblos.
Yo necesito decir mi palabra. Para esto he nacido. Espero que ustedes puedan confiar en estas palabras que nada tienen de intelectuales, por que lo mío no nace de la mente. Este canto del viento me viene de las entrañas, del corazón, me penetra por los poros y está agitándose en mi garganta como remolino preparado para parirse.
Pero había alguien más que quería ser parte. Y fui yo quien le dio lugar lenta y tímidamente. Es la primera vez que confieso en un escrito “publico” que de niña yo jugaba con el viento. Mis hermanas pueden dar fe de esto o quizás mis hermanas estén tan locas como yo. Quien lo sabe? Acaso importa?
El viento es mi amigo. Siempre lo fue y siempre lo será. El viento es para mí corriente de vida. Es puro regocijo en Movimiento.
Y el viento fue escribiendo a mi lado esta historia.
A mis diecisiete años, viaje de vacaciones a San Juan mi provincia natal, yo iba con mi primer camarita de mano a filmar aun primo que corría en bicicleta en Jachal. Mi tío que vive allí me dijo, sobrina voy a llevarla a un lugar que le va a gustar mucho. Y subimos a su colectivo y viajamos hasta el último pueblo que los hombres pudieron edificar allá arriba en las montañas.
Mi tío sin saberlo acababa de hacerme conocer lo que para mí es el cielo en la tierra. La Cuesta del Viento. El lugar donde el viento nace decían los aborígenes del lugar.
Le prometí a mi tío que iba a estudiar cine y que mi primera película la iba a rodar allí.
Entonces cuando Mabiel nació sola quiso irse para aquel pueblo, ayudándome a cumplir una promesa. Que para mí tiene que ver con poder mostrar la belleza de mi tierra. Esos lugares escondidos que tiene mi tierra y que pocos conocen porque los discursos predominantes son los del capital. O sea la capital Federal.
Tierra adentro mi tierra tiene mucho más por decir que las historias de la post modernidad y de la ciudad tercermundista y del híper realismo.
Tierra adentro mi tierra tiene leyendas y la magia coexiste con la supuesta “realidad”
Tierra adentro la gente habla, se mueve, siente, crea, vive y muere diferente.
Mi hermana me dijo ayer que estuve preparándome para este momento toda mi vida.
Yo necesito decir mi palabra. Es una verdadera necesidad la de poder cantar el canto del viento. Porque yo he sido Joaquín y he deseado irme de un mundo que no se parece en nada a lo que yo deseo que el mundo sea. Yo he sido Mabiel peleando con todas las fibras de mí ser por ir más allá de mis propios límites, por crear los milagros donde la magia y la realidad se hacen una. Yo he sido Pilar, madre de tres hijos, madre de todos, pilar y sostén de los que amo, luchando cada día por alimentarlos, luchando cada día en un mundo que por demasiado tiempo le ha pertenecido al genero masculino. Yo he sido Rosales que canta y honra el folclore de mi tierra, la tonada, por que comprendo que sólo los cantos populares y paridos por la madre tierra pueden liberar la tristeza de los pueblos.
Yo necesito decir mi palabra. Para esto he nacido. Espero que ustedes puedan confiar en estas palabras que nada tienen de intelectuales, por que lo mío no nace de la mente. Este canto del viento me viene de las entrañas, del corazón, me penetra por los poros y está agitándose en mi garganta como remolino preparado para parirse.
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