Hace dos años, cuando abrí este blog empecé a visitar de manera regular a Morandi. Iba a verlo, a abrazarlo y a dejarme llevar. No habían palabras, simplemente la clara sensación de ser devuelta al Hogar. A mi casa en las estrellas. Al útero mismo del que alguna vez partí... Abrazar a Morandi era suficiente para estar En Casa...
Una tarde mi amada amiga Maia me vino a visitar con su hijo. Y fuimos los tres a visitar a morandi. Yo subí a sus ramas... y como siempre viaje... Me trajo de vuelta una vecina que gritaba furiosa. "Ya te hemos visto antes y esto no es normal... No sos normal. No sos normal". Decía una y otra vez, mientras yo intentaba explicarle que no era mi intención ser normal. Que el árbol era mi amigo. Que se tranquilizara. Pero la mujer empezó a amenazarme con llamar a la policía y Nacho, empezó a asustarse. No valía la pena que el niño sufriera por una señora tan enojada con ella misma. Así que bajé de mi amado Morandi y nos fuimos.
A la semana me fuí a las montañas, necesitaba estar sola. El 2008 había sido un año muy intenso. Me perdí en una reserva natural de la Quebrada del Condorito. Cuando volví supe que tenía que pasar a verlo... Solo pasar... Y entonces ví que mi amigo Morandi había sido cortado a la mitad. La morera más vieja del barrio había sido literalmente asesinada. Mi presión empezó a bajar a pique... No podía siquiera llorar, no podía gritar, simplemente una negrura espesa me envolvió. La Culpa. La culpa.... Era mi culpa... Una vez más era mi culpa. Si yo hubiera sido un poco más normal... ¿Por qué no era más normal? ¿Por qué le habían hecho eso? ¿Quién podía querer matar a un ser tan maravilloso?
Al mes le conté a Javier de Morandi. El me dijo que tal vez si lo tocaba el árbol podía renacer... Javier me llevó en su auto hasta él... Era de noche. Me bajé, empecé a caminar hacia Morandi y sirenas policiales se encendieron... Era literalmente la policía. Javier tenía la boca por el piso, estaba movilizado, me dijo algo así como que yo era una bruja, que le daba miedo...Javier manejo la situación... Yo volví a subir al vehículo, mientras miraba a mi árbol mutilado con las luces azules y rojas iluminandolo, lloré por nosotros otra vez... ¿Tanto tanto era lo que juntos podíamos mover? ¿Tanto miedo podía darle a la gente una mujer expandiendo su conciencia en un árbol?
Quizás es la culpa la que me impidió hablar sobre el día en que mataron a morandi... Porque fuí yo, fuí yo la responsable de desatar la furia de esa señora... Fueron mis abrazos, fué descalzarme para subirme a las raíces, fué haberme subido a sus ramas teniendo 27 años de edad, fué haber comido de sus moras, fué el amor que profundamente Morandi y yo nos profesabamos.
Pero el tiempo de liberar la culpa ha llegado al fin. Yo probé del arbol del conocimiento. Llevé sus manchas como estandarte del honor de haber desterrado la mente y haberme expandido hacia el Todo. La manchas de moras no salen ( mi mamá fregando guardapolvos lo decía una y otra vez) La marca de haber sido Una con Todo lo que Es tampoco. Y el morado se me metió al alma para transmutar.
Morandi vive en mí. Hoy lo sé... Y en este pequeño espacio virtual él y yo seguimos por siempre abrazados regalando moras al que quiera servirse del AMOR de saberse hijo de las Estrellas.
Una tarde mi amada amiga Maia me vino a visitar con su hijo. Y fuimos los tres a visitar a morandi. Yo subí a sus ramas... y como siempre viaje... Me trajo de vuelta una vecina que gritaba furiosa. "Ya te hemos visto antes y esto no es normal... No sos normal. No sos normal". Decía una y otra vez, mientras yo intentaba explicarle que no era mi intención ser normal. Que el árbol era mi amigo. Que se tranquilizara. Pero la mujer empezó a amenazarme con llamar a la policía y Nacho, empezó a asustarse. No valía la pena que el niño sufriera por una señora tan enojada con ella misma. Así que bajé de mi amado Morandi y nos fuimos.
A la semana me fuí a las montañas, necesitaba estar sola. El 2008 había sido un año muy intenso. Me perdí en una reserva natural de la Quebrada del Condorito. Cuando volví supe que tenía que pasar a verlo... Solo pasar... Y entonces ví que mi amigo Morandi había sido cortado a la mitad. La morera más vieja del barrio había sido literalmente asesinada. Mi presión empezó a bajar a pique... No podía siquiera llorar, no podía gritar, simplemente una negrura espesa me envolvió. La Culpa. La culpa.... Era mi culpa... Una vez más era mi culpa. Si yo hubiera sido un poco más normal... ¿Por qué no era más normal? ¿Por qué le habían hecho eso? ¿Quién podía querer matar a un ser tan maravilloso?
Al mes le conté a Javier de Morandi. El me dijo que tal vez si lo tocaba el árbol podía renacer... Javier me llevó en su auto hasta él... Era de noche. Me bajé, empecé a caminar hacia Morandi y sirenas policiales se encendieron... Era literalmente la policía. Javier tenía la boca por el piso, estaba movilizado, me dijo algo así como que yo era una bruja, que le daba miedo...Javier manejo la situación... Yo volví a subir al vehículo, mientras miraba a mi árbol mutilado con las luces azules y rojas iluminandolo, lloré por nosotros otra vez... ¿Tanto tanto era lo que juntos podíamos mover? ¿Tanto miedo podía darle a la gente una mujer expandiendo su conciencia en un árbol?
Quizás es la culpa la que me impidió hablar sobre el día en que mataron a morandi... Porque fuí yo, fuí yo la responsable de desatar la furia de esa señora... Fueron mis abrazos, fué descalzarme para subirme a las raíces, fué haberme subido a sus ramas teniendo 27 años de edad, fué haber comido de sus moras, fué el amor que profundamente Morandi y yo nos profesabamos.
Pero el tiempo de liberar la culpa ha llegado al fin. Yo probé del arbol del conocimiento. Llevé sus manchas como estandarte del honor de haber desterrado la mente y haberme expandido hacia el Todo. La manchas de moras no salen ( mi mamá fregando guardapolvos lo decía una y otra vez) La marca de haber sido Una con Todo lo que Es tampoco. Y el morado se me metió al alma para transmutar.
Morandi vive en mí. Hoy lo sé... Y en este pequeño espacio virtual él y yo seguimos por siempre abrazados regalando moras al que quiera servirse del AMOR de saberse hijo de las Estrellas.
1 comentario:
Que hermoso relato. Claro Ivana que no fue tu culpa lo que ocurrio con Morandi.Siento pena por Morandi, me hubiera gustado poder visitarlo, pero me alegra que viva en vos. Un abrazo a los dos,
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