Me disuelvo demasiadas veces
en el silencio de tus horas tristes
Hubo cierta vez un cielo
de rosas amarillas encendidas
Me achicharro demasiadas veces
en el desierto de tus manos rajadas.
Hubo cierta vez un cielo
de amargas gotas de vacío.
Me acobardo demasiadas veces
en la furia de tu silencio
Hubo cierta vez un cielo
de estrellas hechas de celofán.
Me quedo así, suspendida,
esperando tu regreso.
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