Me desperté con unos mates que me pasó mi vieja. Hacía mucho que no dormía en la casa de mamama, pero el médico de Tupac queda a cuatro cuadras. El mate amargo es el mejor despertador en toda la humanidad pensé.
En una de las mesitas habían varios libros y yo encontré Las Venas y tuve el tiempo de re leer mientras Tupac se despabilaba el último capítulo.
Es mucha la podredumbre para arrojar al fondo del mar en el camino de la reconstrucción de América Latina. Los despojados, los humillados, los malditos tienen, ellos sí, en sus manos, la tarea. La causa nacional latinoamericana es ante todo, una causa social: para que América Latina pueda nacer de nuevo habrá que empezar por derribar a sus dueños, pais por pais. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres.
Me llevé el libro a la sala de espera y mientras el Tupi se me dormía sobre las hojas lo aparté y pensé en la fuerza, en la furia, en la pasión con la que se escribieron esas paginas. Galeano diciendo verso a verso esto paso, golpe a golpe, esto pasó, verso a verso esto pasó. No importaba un carajo la forma, sino la verdad. Esto pasó, nos saquearon.
Me salto el corazón imaginando este libro en unos años como texto obligado en el secundario.
Despues del día largo, llegué a casa en la siesta y me enteré. Había muerto el mejor de todos, el más grande, el que escribió la nueva biblia de la Patria Grande.
Había muerto el escritor más VERDADERO en la historia, hasta el hoy.
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